lunes, 19 de noviembre de 2007

Historia de España. EL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN

EL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN

1.- MANIFIESTO DE SANDHURST
En 1874, mientras Serrano busca la estabilidad del país, se producen dos hechos transcendentes:
 Cánovas prepara la restauración monárquica constitucional, creando el partido alfonsino (compuesto por los liberales conservadores) y presionando a Isabel II para que abdique en su hijo (Alfonso XII). Para alcanzarlo, hizo que éste publicara el Manifiesto de Sandhurst (academia militar inglesa, donde Alfonso se preparaba), donde promete la citada restauración, democrática, católica y sin represalias.
 A la vez que Cánovas prepara la transición pacífica, el general Martínez Campos se pronuncia en Sagunto a favor de la monarquía alfonsina, sin oposición. Cánovas asume la Regencia.

2.- LAS FUERZAS SOCIALES ANTE LA RESTAURACIÓN
Cánovas recibió el apoyo de 4 sectores de población bien definidos: terratenientes, grandes empresarios, ejército e Iglesia; además de algunos grupos de clase media, como ciertos funcionarios.
- Las clases sociales altas, es decir, la oligarquía económica, recibieron con agrado al nuevo régimen porque habían visto peligrar sus grandes patrimonios durante el Sexenio. En este grupo se integraban, tanto la alta burguesía enriquecida con los negocios del ferrocarril y la compra-venta de tierras, como la vieja aristocracia, que no tenía inconveniente en mezclarse con los nuevos ricos. Interesados ambos en la estabilidad política que favoreciera sus negocios, mantenía posiciones muy moderadas.
- El ejército se transformó durante el Sexenio, cuando vio el desorden que imperaba en las calles y que los federalistas y cantonalistas cuestionaban la unidad nacional. Desde entonces, abandona su tradicional postura progresista y se refugia en el apoliticismo. Buscará la defensa del Estado, centrándose en la unidad nacional y el orden público. Cánovas intenta poner fin a los pronunciamientos; pidiendo a los políticos el respeto a la autonomía del ejército, y reservando cargos en el Senado para los altos mandos.
- La Iglesia evolucionó desde el descontento inicial, producido por la aprobación de la libertad de cultos, hasta el total apoyo al sistema: sobre todo cuando Cánovas realiza concesiones como el establecimiento de la confesionalidad del Estado, el reconocimiento de privilegios y derechos especiales. También le reservó un asiento en el Senado. Pero este compromiso aceleró el sentimiento anticlerical de amplios sectores de la población, caso de la izquierda y las clases menos pudientes.
- Los grupos de la clase media que aceptaron el sistema fueron aquellos que, al integrarse, se vieron favorecidos por el sistema. El centralismo necesitaba un gran número de funcionarios, pero el problema más grave que tenían éstos es que sólo trabajaban mientras su opción política gobernaba (eran los llamados cesantes, que se turnaban en los cargos, como los políticos…).
Otros rechazaron claramente la Restauración, o la aceptaron con sumisión (como fue el caso de la mayoría del mundo rural, predominante en esa época). Entre los grupos que no vieron con agrado el sistema estaban los intelectuales: como Giner de los Ríos, Azcárate, Castelar, Urbano González Serrano y otros que habían militado entre las fuerzas republicanas del Sexenio; así como la pequeña burguesía, que fue la gran protagonista de la Revolución de 1868 y del Sexenio. Mantuvieron una postura crítica y su presencia en las Cortes siempre fue testimonial.
A ellos habría que sumarles el proletariado urbano, poco numeroso aún y con duras condiciones de vida, que cuestionaba no sólo el sistema, sino el propio orden a través de ideas socialistas y anarquistas que por entonces comenzaron a propagarse.

3.- La CONSTITUCIÓN de 1876
Cánovas era consciente de que el disfrute del poder por parte de un reducido grupo había acabado arruinando la monarquía, por lo que se propuso redactar una Constitución integradora, que permitiese gobernar tanto a liberales como a moderados.
Parte del liberalismo doctrinario francés, del que Cánovas era seguidor; según el cual, la soberanía debe ser compartida entre el Rey y las Cortes: puesto que en la Historia de España este concepto se había acuñado ya en las Cortes medievales, y no con el liberalismo.
La Constitución se realizó al margen de las Cortes, como un proyecto, reuniendo Cánovas a exsenadores y exdiputados monárquicos. Integrando ideas claves de la de 1845 (defendida por Cánovas y los moderados) con principios de la de 1869 (que imponían Sagasta y los liberales), bastante conciliadora, por lo que fue admitida por los monárquicos (consiguió perdurar hasta 1931).
 El Título I establece los derechos y deberes de los españoles: inviolabilidad de la persona, de la correspondencia, del domicilio, libertad de expresión, reunión y asociación. En la práctica, su regulación quedaba en manos de los gobernantes, que podían restringirlos o suspenderlos a su antojo…
 En el aspecto religioso, se produce un retroceso con respecto a la de 1869: la libertad queda reducida a tolerancia, mientras el Estado se proclama confesional y mantiene el culto católico y a sus ministros.
 En cuanto a la división de poderes, el texto recoge un equilibrio constitucional: con predominio ejecutivo del Rey, quién nombraba a los ministros contando con la confianza de las Cortes. La persona del Rey era indiscutible, sagrada e inviolable, y toda responsabilidad recaía en sus ministros… El legislativo residía en el Rey y en las Cortes (compartido pues). El Rey gozaba del derecho a veto, las Cortes eran bicamerales y el Congreso sólo tenía primacía sobre el Senado en asuntos tributarios. El judicial fue diseñado de forma muy ambigua, pues los Tribunales juzgaban en nombre del Rey y con una sola ley para todos los españoles (lo que eliminaba los últimos privilegios forales que disfrutaba el País Vasco). Sin embargo, hasta 1889 no se aprobó el primer Código Civil en España.
 El Senado era una cámara oligárquica, nutrida con senadores por derecho propio (Grandes de España y altos cargos de la administración, del ejército y de la Iglesia), otros nombrados por el Rey y algunos elegidos en determinadas condiciones.
 El Congreso se elegía por cinco años, y cada diputado estaba respaldado por los votos de 50.000 habitantes (como la de 1845). El sufragio era directo y censatario, pero en 1890 se estableció su universalidad para varones mayores de 25 años. El cargo de parlamentario no estaba retribuido, por lo que sólo podían dedicarse a la política los que poseían medios económicos propios suficientes.
Esta Constitución (impuesta) fue aprobada por unas Cortes elegidas democráticamente mediante el sufragio universal aún vigente, por lo que fue legitimada; aunque el proceso electoral contó con el control del ministro de la Gobernación, un experto en manipulación electoral…

4.- EL CACIQUISMO
El rasgo político más característico del nuevo régimen fue el caciquismo: un fenómeno que, aunque ya existía con anterioridad a 1876, ahora se perfila como un instrumento de poder del nuevo régimen.
Es una forma de pervivencia feudal en la que los terratenientes, convertidos en caciques locales, organizaban las elecciones y controlaban sus resultados. El cacique era un personaje representativo de la oligarquía rural: unas veces alcalde, otras un notable de la localidad (sin cargo alguno, pero con poder sobre los que lo detentaban). Determinaba el resultado de las elecciones en beneficio del poder establecido mediante tres sistemas: coacción a los campesinos (que dependían económica o laboralmente de él), manipulación del proceso electoral (pucherazo, o compra de votos) y concesión de favores.
El Ministro de la Gobernación formaba el encasillado: lista de diputados que debían de ser votados. Después, los Gobernadores y alcaldes actuaban para conseguir que fueran elegidos, de forma que ningún imprevisto pudiera suceder, de manera que el partido designado obtenía la mayoría sin ningún problema (con aspecto de legalidad…).
Un pacto entre los partidos dinásticos garantizaba el turno en el ejercicio del poder sin necesidad de lucha real, a pesar de las apariencias. Y, como no existía un electorado independiente, las autoridades podían intervenir en el asunto sin obstáculos. El cambio de gobierno no se llegaba a realizar tras las elecciones, sino que era el Rey el que entregaba el poder a uno u otro de los partidos alternantes.


5.- LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Los partidos en el poder
El sistema pretendía ser una copia del inglés: se basaba en la alternancia en el poder de dos partidos, con la diferencia que allí funcionaba sin fraude. Así pues, las elecciones eran un mero trámite para dar legitimidad al poder.
Los partidos eran el Conservador y el Liberal, y se diferenciaban de los actuales partidos de masas en que estaban integrados y controlados por grandes propietarios rurales (burguesía y aristocracia), así como por profesionales de clase media (médicos, abogados,…), que lo utilizaban como medio de ascenso social.
• Conservador: tiene su origen en el partido alfonsino de Cánovas, y se formó con antiguos moderados y unionistas. Estaba muy estructurado y cohesionado; y, aunque Cánovas tuvo que hacer concesiones a los que defendían la Constitución de 1845 (como la disolución del matrimonio civil o el cierre de templos y escuelas protestantes), realizó una labor integradora con la oposición.
• Liberal, llamado también fusionista, nace de la oposición moderada: es decir, los que admitían la Monarquía y la Constitución. Surge de la escisión de antiguos progresistas, constitucionalistas (de Serrano y Sagasta), radicales (de Ruiz Zorrilla, que luego dimite y se hace republicano), republicanos moderados (como Castelar), etc. Su líder indiscutible fue Sagasta.

Las fuerzas de oposición

 Los republicanos: era la única oposición al principio de la Restauración, con predominio urbano y de intelectuales; pero se fragmentó en varios grupos de escasa importancia:
- El Radical del exiliado Ruiz Zorrilla, que pretendía derrocar el régimen conspirando una y otra vez, sublevando guarniciones, etc. Sus intentonas fracasaron siempre, pero estaba ahí…
- La Unión Republicana, dirigida por Salmerón y escindida del anterior. Agrupaba en sus filas a intelectuales, sobre todo de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
- El Federalista, de Pi y Margall, muy desunido por la forma de concretar la federación.
- El Partido Posibilista de Castelar: el más moderado, que acabó dentro del Liberal de Sagasta. Defendía la autoridad y el orden por encima de todo.
Proponían medidas reformistas: como la constitución de jurados, concesión de créditos blandos a los agricultores, fomento de cooperativas, defendían la reducción de la jornada laboral, etc. Su opción alcanzó algunos éxitos en las principales ciudades del país, pero nunca fue una fuerza mayoritaria.

 Los grupos obreros: tras la fundación en París de la Internacional Obrera, surgen dos corrientes:
- Los anarquistas: la posibilidad de actuar en la legalidad (Ley de Asociaciones de 1887) llevó a los anarquistas a fundar la Federación de Trabajadores de la Región Española, que alcanzó gran desarrollo, aunque hacia 1888 se disolvieron. Por esa causa, se vio favorecido el terrorismo anarquista individual.
Las ideas más difundidas fueron las de Bakunin, que proponía la colectivización total (excepto el fruto del trabajo); y las de Kropotkin (comunista libertario), para quien la colectivización sería absoluta.
También hubo diferencias en los métodos propuestos para cambiar la sociedad: los que preferían el terrorismo (a pesar de que el anarquismo era pacifista, pero se producen acciones individuales como venganza por diversas causas), dando origen a múltiples atentados (incluyendo el asesinato de Cánovas), o los que defendían la huelga o la educación de masas (prensa o alfabetización).
- Socialistas: el Partido Democrático Socialista Obrero Español se fundó en 1879 y se legalizó diez años después (tras la aprobación de la Ley de Asociaciones en 1887). Fundado por el tipógrafo Pablo Iglesias, su órgano de difusión fue el periódico El Socialista (1886) y su sindicato la UGT (que nace en Barcelona en 1888).
Su programa defiende la emancipación de la clase obrera, la abolición de clases, transformación de la propiedad individual en social y control del poder político por los trabajadores. Acepta la Restauración como mal menor, hasta la llegada de un momento propicio para la gran revolución.
Siguiendo directrices de la II Internacional, comenzó a celebrar el 1º de mayo: un ritual de manifestaciones y concentraciones que habrían de influir en la toma de conciencia del mundo obrero.
El Partido Socialista concurrió a las elecciones aisladamente, por lo que no logró en esos años ningún representante en Cortes. El desastre colonial de 1898 le afectó positivamente, ya que siempre se opuso al reclutamiento y a la guerra colonial (tachada de imperialista y antisocial). Es a partir de aquí cuando obtiene sus primeros representantes.
- Sindicalismo católico: en esta época comienza también la acción social católica, según las normas del papa León XIII, que en su encíclica Rerum Novarum denunciaba la teoría marxista, hacía una suave crítica al capitalismo y animaba a la participación activa en los procesos políticos (Unión Católica de Pidal y Mon) y la formación de agrupaciones que encauzaran los intentos de mejora de vida de los obreros según el mensaje del Evangelio. En España, el jesuita Vicent fue el pionero de la acción social, creando los Círculos Obreros Católicos, que alcanzaron cierta implantación en la Meseta y Levante.






6.- POLÍTICA DEL GOBIERNO CONSERVADOR

Gobernaron en los períodos 1874-81, 1884-85 y ciertas fases del 1890-98. La acción política del gobierno conservador se orientó hacia las siguientes cuestiones:

- 1.- La pacificación interna del país, para acabar con los carlistas. El propio rey dirige la campaña militar (lo que le dio prestigio), mientras que Carlos VII, falto de recursos, tuvo que abandonar España.
- 2.- La pacificación de Cuba. El general Martínez Campos firma en 1878 la Paz de Zanjón: que decretaba una amplia amnistía para los cubanos, los mismos derechos con los que contaba Puerto Rico y el fin de la esclavitud. Medidas que fueron consideradas excesivas para los hispanos de la isla e insuficientes para los cubanos que deseaban una independencia. Por eso, fue un arreglo tardío y circunstancial…
- 3.- La cuestión universitaria: en 1868 se estableció la libertad de cátedra y de enseñanza, una libertad que termina en 1875 al establecer la obligatoriedad de la enseñanza católica y la prohibición de los ataques al dogma eclesiástico. Algunos catedráticos republicanos se rebelaron contra esa medida y fueron expulsados y desterrados.
Esa situación impulsó a Fº. Giner de los Ríos a fundar al Institución de Libre Enseñanza, en la que se integrarían los catedráticos destituidos. Su objetivo fue la reforma pedagógica del sistema social de España. Funcionó como universidad paralela y formó a las grandes figuras del país.
- 4.- Política con la Iglesia: aunque la Iglesia nunca llegó a recuperar lo perdido en el siglo XIX (tierras y poder económico), Cánovas le concedió grandes privilegios como el monopolio de la educación (sobre todo en las primeras etapas). Preferentemente, la Iglesia atendió a las clases medias y altas, mientras que descuidó la labor social entre las más bajas (con excepciones, como las escuelas del padre Manjón).
En 1885, el Papa León XIII recomendó la aceptación del liberalismo para defender los intereses del mundo católico, por lo que fue criticado por la izquierda, al mezclar la doctrina con asuntos políticos, por no atender al pueblo llano y por la poca moralidad de algunos de sus miembros.
- 5.- La prensa: Cánovas censuró la prensa y estableció el delito de crítica a la monarquía, lo que sirvió para cerrar cualquier periódico de la oposición. Sólo desde 1879, cuando se promulga una Ley de Prensa moderadamente aperturista, permitió la creación de nuevos periódicos nacionales y regionales.
- 6.- El ejército: Cánovas evitó intervenir en los asuntos propios de los militares, para que el ejército se abstuviera de intervenir en la vida política. Su cometido sería ahora el de intervenir en las cuestiones coloniales y en el mantenimiento del orden social interior. Su desafortunada actuación en represiones, la pérdida de las colonias y la macrocefalia, fueron muy criticadas desde las filas de la izquierda.
- 7.- Política social: Cánovas hizo muy poco por solucionar los graves problemas del mundo obrero. Es más, el restablecimiento en 1878 del sufragio censatario privó del voto a muchos ciudadanos. Su posición evolucionó con el tiempo y de él son las primeras advertencias rectificadoras de la tradición liberal.
- 8.- Política exterior: Cánovas tuvo problemas para que otros países reconocieran a Alfonso XII y que no prestasen apoyo a los carlistas. Firmó un pacto con la Alemania de Bismarck para garantizar el apoyo de éstos en caso de ataque de Francia a España (con la que manteníamos un conflicto por causa de Marruecos), o de Inglaterra (por la cuestión de Gibraltar).
En general, la política exterior fue casi inexistente: Cánovas prefirió consolidar el interior que intervenir en la política colonial del momento. Aunque esa idea fue defendida por intelectuales como Joaquín Costa y los geógrafos (tal vez por eso, Iradier realizó una exploración a Guinea).
Con la Santa Sede hubo problemas por el artículo 11º de la Constitución, que proclamaba la tolerancia religiosa. Pero Cánovas logró calmar los ánimos ante la protesta de la Iglesia.






7.- POLÍTICA DEL GOBIERNO LIBERAL

Comienzan a gobernar en 1881, pero será a partir de la muerte de Alfonso XII (1885) cuando toman mayor protagonismo. Sus líneas de actuación se concretaron en:

- 1.- Aperturismo intelectual: los nuevos decretos en la enseñanza establecían sólo que los programas se ajustaran a los preceptos constitucionales. Igualmente, se permitió a los catedráticos expulsados recuperar su cátedra sin abandonar por ello la ILE.
- 2.- El rechazo tradicional de la Iglesia hacia el liberalismo y el krausismo (hasta el nombramiento del papa León XIII) alimentó los sentimientos anticlericales de un sector del liberalismo y de la masonería, cuyos planteamientos eran compartidos por Sagasta.
- 3.- Sagasta promulgó la Ley de Prensa de 1883, que introducía la total libertad de imprenta. Este marco permitió la aparición de grandes diarios (como La Vanguardia) y el incremento de otros ya existentes (como El Imparcial y La Época).
- 4.- Política Militar: Sagasta se propuso la reforma del ejército, y para ello fundó la Academia Militar de Toledo. Esta institución se proponía acabar con el cantonalismo regionalista y aplicar principios pedagógicos en la formación militar, hasta entonces escasa en la mayoría de los oficiales.
También implanta el servicio militar obligatorio (sin exenciones con dinero), la descentralización administrativa castrense e impone la antigüedad como único criterio de ascenso (suprimiendo el amiguismo y el nepotismo). Lógicamente, las reformas enfrentan a los militares contra los liberales, unido a la deficiente situación del ejército.
- 5.- En Política Social promulgaron diversas normativas que supusieron un notable avance. La Ley de Reuniones (1881) y la de Asociaciones (1887) permitieron el ejercicio de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución. Creció la preocupación por los trabajadores y, para canalizarla, se creó una Comisión de Reformas Sociales (1883), que orientó su trabajo hacia la redacción de las primeras leyes sobre accidentes laborales y el trabajo de mujeres y niños, sanidad, educación, etc.
Otras leyes sociales fueron la del Sufragio Universal (1890) y la Ley del Jurado, medidas que ayudaron a integrar en este sistema a ciertos republicanos (como Castelar).
- 6.- En política económica, la crisis agraria llevó a modificar algunos postulados librecambistas tradicionales del partido: de este modo, para salvar la producción nacional de cereales, rebajan los impuestos y protegen el comercio y la producción de cereales.

8.- REGIONALISMO

Hacia fines del s. XIX surgen movimientos de tendencia nacionalista en la periferia de la Península. Hasta entonces, sólo el carlismo o el republicanismo federal habían planteado reivindicaciones anticentralistas. El desprestigio de ambas corrientes provocó la aparición de nuevas tendencias políticas, que buscan la defensa de ciertos derechos históricos y los intereses de algunos colectivos regionales.
8.1.- El Nacionalismo catalán
Sus antecedentes se encuentran en el desarrollo de la burguesía industrial de la mitad del s. XIX, preocupada por la defensa de la cultura y lengua catalana que confluyeron en un movimiento denominado Renaixença. También influyó el republicanismo federalista de Pi y Margall y las ideas forales carlistas.
Históricamente, el catalanismo se constituye en movimiento político por obra de Valentí Almirall, fundador del Diari Català y del Centre Català, una asociación para todos los catalanes que quisieran colaborar en el engrandecimiento de su país. Su actividad más importante fue la entrega de un memorial al Rey en defensa de los intereses morales, materiales y culturales de Cataluña.
Otro colectivo importante fue la Lliga de Catalunya, que se incorpora a la corriente de reclamaciones, solicitando la creación de unas Cortes catalanas, Poder Ejecutivo y jueces propios, lengua oficial, etc.
En 1891 nace la Unió Catalanista, que intentaba unificar a todos los sectores catalanistas. Fruto de ello son las Bases de Manresa, redactadas por Prat de la Riba, donde se reflejaban las anteriores propuestas de la Lliga (futuro programa autonómico); aunque no se establecía los mecanismos de implantación, por lo que ni la burguesía industrial ni las clases populares se sintieron muy identificados con dicho programa.
1898 fue un año clave: el de la crisis nacional, que se aprovechó para pedir a la reina regente la implantación de autonomía administrativa para Cataluña. Idea autonomista (NO independentista) que coincidía con el Manifiesto del general Polavieja, que proponía entre otras cosas descentralizar la Administración, por lo que fue aceptada por la burguesía catalana y sectores económicos más influyentes.
En 1901 se crea el primer partido catalán, la Lliga Regionalista, para participar en las elecciones convocadas por Sagasta. En principio se trató de un partido interclasista y regionalista. Sus líderes fueron Prat dela Riba y Cambó. Con el siglo lograron el control de la representación parlamentaria regional y, desde esta posición de fuerza, plantearon el reconocimiento de las peculiaridades catalanas.

8.2.- Nacionalismo Vasco
Por decreto de 1876 se pusieron fin a las exenciones fiscales y militares de las que había disfrutado el País Vasco, lo que molestó a algunos sectores sociales, que acabaron convergiendo en torno al ideario nacionalista de Sabino Arana.
En el nacionalismo vasco hay que tener en cuenta dos aspectos: el marco político tradicional de la zona, con un protagonismo de las instituciones forales cuya defensa había conformado el planteamiento carlista; y la amenaza que el desarrollo industrial había supuesto para el mundo tradicional vasco.
La supresión de los fueros impulsó la aparición de un movimiento fuerista, que aspiraba a la unión política de todos los vascos; al margen de los partidos existentes y a la autonomía de la zona, revitalizando el vasco como lengua culta.
Pero la formulación del mismo la llevó a cabo Sabino Arana, quien defendía la superioridad de la raza vasca, sus costumbres, tradicionales, el catolicismo, el antiespañolismo y la independencia. Acuñó el término Euskadi, para designar a la patria común vasca. Pero su antimaketismo (contra la inmigración, a la que culpaba de los males de la sociedad vasca) era claramente racista, y su antiespañolismo molestaba a la burguesía vasca, por lo que se vio obligado a moderar algo su discurso.
La primera asociación que crea (1893) para llevar a cabo su proyecto fue el Bizkai-Buru-Batzar, futuro embrión del Partido Nacionalista Vasco (actual PNV).

8.3.- Nacionalismo gallego
En Galicia, el movimiento regionalista fue más cultural y lingüístico que político. La formulación ideológica más significativa aparece en la obra de Alfredo Braña, El Regionalismo, pero con ideas muy alejadas de las separatistas.

8.4.- Extremadura
En Extremadura, a pesar de que el movimiento regionalista es muy débil, ya se pueden encontrar formulaciones de la identificación regional en la época del Sexenio Democrático. Un hecho destacable es la reunión del comité republicano de Cáceres, que invita al de Badajoz a constituir la República Federal Extremeña; o la convocatoria del periódico el Cantón Extremeño de Plasencia a formar una tercera provincia federal de la región. Años después, desde lugares como la Real Sociedad de Amigos del País de Badajoz, se realizó una intensa campaña de prensa con publicidad de los productos regionales, o la celebración de Juegos Florales, pasos encaminados a una toma de conciencia.
De vital importancia será una publicación periódica titulada Revista de Extremadura (1899), fundada por personalidades y eruditos de la vida cacereña (como Vicente Paredes y Publio Hurtado), quienes contribuyeron con sus escritos a la difusión de los valores extremeños.
Poco reconocida, pero importante, es la obra desde las filas socialistas de A. Elviro Norberto Berdeguer, hacia finales de los años veinte, a quién cabe suponer el padre del regionalismo extremeño, como Blas Infante lo será del andaluz.

9.- EL DESASTRE COLONIAL
La presencia de España en Cuba era muy importante para ciertos sectores sociales con intereses económicos: la burguesía catalana exportaba tejidos a la isla; de allí traíamos azúcar y tabaco, cuya venta ayudaba equilibrar la balanza de pagos, etc. Estados Unidos quiso comprar la isla a España, pero los políticos dinásticos se negaron, pues creían que si abandonaban habría una crisis del sistema político.
La raíz del descontento cubano estaba repartido entre la explotación de la colonia y las restricciones del libre comercio entre Cuba y los demás países americanos, especialmente Estados Unidos. Eso explica el malestar entre criollos y terrateniente; algunos de los cuales, como José Martí, tuvieron que exiliarse. Fue éste, desde Nueva York, quién dará origen al movimiento de oposición (armado) a la metrópoli.
El gobierno de Sagasta reaccionó, concediendo una tímida Ley de Autonomía para la isla, pero ya era tarde. En 1895, tras el Grito de Baire, se produjo el definitivo levantamiento independentista de la isla. Durante ese año, las fuerzas rebeldes hostigaron al ejército español al mando de Martínez Campos; que, ante su actitud contemporizadora con los insurgentes, fue sustituido por Valeriano Weyler; que, al mando de un gran ejército, puso en marcha un severo mecanismo destinado al exterminio de los revolucionarios, aún a costa de arruinar la isla.
Weyler obligó a emigrar a las ciudades a la población rural (“Orden de Concentración”), para que la guerrilla no encontrara apoyo; y dividió el territorio con líneas fortificadas, llamadas trochas. La superioridad de los españoles chocó con el conocimiento del terreno por parte de los cubanos y del material de guerra que enviaban los Estados Unidos. Aunque las mayores bajas en los españoles fueron causadas por las enfermedades tropicales.
En la Península se incrementa el malestar contra la guerra y, tras la muerte de Cánovas, Sagasta intenta solucionar el problema con la citada Ley de Autonomía (gobierno propio en cada isla, Cámara de representantes y los mismos derechos que los españoles). Además, Weyler fue sustituido por Blanco.
Pero, cuando esas medidas comenzaban a dar fruto, se produjo la entrada de Estados Unidos en la Guerra, tras la voladura del acorazado Maine en la Habana (de cuyo hundimiento nos culparon…). Aunque de nuevo intenta comprar la isla, con nuevo rechazo por parte de Madrid.
Poco después, en Filipinas se desarrolla un proceso semejante. La evidente inferioridad táctica y técnica de la escuadra española quedó de manifiesto en Cavite (Filipinas), donde fue aniquilada. Y algo parecido le ocurriría a Cervera en Santiago (Cuba), donde sus barcos fueron hundidos. Por lo que las tropas norteamericanas desembarcan en Puerto Rico y Cuba, adueñándose fácilmente de las islas.
El Tratado de París (1898) obligaba a España para que abandonara las dos islas, y a ceder la isla de Guam (la mayor de las Marianas) a USA como indemnización de guerra. Aunque los norteamericanos se avinieron a pagar 20 millones de dólares en compensación por Filipinas.
España liquidó su último imperio colonial con la venta de otras islas (Palaos, Carolinas y resto de las Marianas) a Alemania.
Las pérdidas humanas se calcularon en más de 100.000 hombres, pero la mayoría de las muertes se produjeron a causa de enfermedades que, si no mataban, dejaban secuelas de por vida: fiebre amarilla, malaria o paludismo, dengue, tifus, etc.
La economía se resentiría de esta pérdida, que tanto bien causaba al comercio nacional. Y el ejército sufrió un gran desprestigio, a pesar del valor demostrados por algunos miembros a título personal.
El desastre colonial de 1898 favoreció una toma de conciencia en relación con los múltiples problemas que la Restauración, como sistema político, tenía planteados: impulsó un movimiento ideológico conocido como Regeneracionismo.
Su figura más importante fue Joaquín Costa. Su obra se orientó a tres fines: constatar el retraso español frente a Europa, buscar las causas del mismo y hallar las soluciones que, a su juicio, sólo podían encontrarse en la intensa labor educativa y en la generación de riqueza en el país (“despensa y escuela”).
El Regeneracionismo dio paso a la Generación del 98, un movimiento intelectual y literario de gran influencia.
El primer ensayo político del Regeneracionismo llegó de la mano del gabinete de Polavieja y Silvela, pero los intentos de cambio se vieron frustrados por la propia regente, que quería salvar el ordenamiento político a través de la normal administración de la Corona.

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