lunes, 19 de noviembre de 2007

CARLOS I DE ESPAÑA Y V DE ALEMANIA

CARLOS I DE ESPAÑA Y V DE ALEMANIA

Emperador de Alemania y rey de España, nacido el 24 de febrero de 1500 en Gante y muerto a causa de la gota en 1558 en el monasterio de Yuste. Hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I, era nieto del emperador Maximiliano y de los Reyes Católicos, y en él fueron a confluir estas dos herencias.

La herencia del emperador
En virtud de un intrincado proceso de enlaces entre distintas casa nobles de Europa, Carlos I acumuló en sus manos la más fabulosa herencia de la Edad Moderna, herencia que le convirtió en el monarca más poderoso de su tiempo y en uno de los que mayores territorios ha gobernado a lo largo de la historia.
De su abuelo paterno, Maximiliano de Habsburgo, recibió la herencia patrimonial de la Casa de Austria; éste le daba además de la sucesión imperial los territorios del Tirol, las regiones de Kitzbühel, Kufstein, Rathenberg y el condado de Gorizia. Por su abuela paterna, María, heredó los territorios patrimoniales de la Casa de Borgoña, que incluía los Países Bajos, el Franco Condado, el Artois y los condados de Nevers y Rethel; curiosamente el ducado de Borgoña, núcleo originario de la dinastía, quedaba excluido de la herencia, ya que éste fue arrebatado por los franceses a Carlos el Temerario. Por su abuelo materno, Fernando el Católico, recibió las posesiones aragonesas e italianas. Por último, de su abuela materna, Isabel la Católica, recibió los territorios castellanos, norteafricanos y americanos.

El reinado
Los primeros años de su vida transcurrieron en Flandes, donde fue educado por Chiévres y Adriano de Utrecht. Su formación se enmarcó dentro de las ideas humanistas de Erasmo de Rotterdam, personaje al que admiró.
La vida privada del rey apenas tuvo grandes acontecimientos y se relacionó con sus ideas políticas y su actuación. En 1526 contrajo matrimonio con Isabel de Portugal; antes de esta unión Carlos había intentado dos proyectos, la boda con Luisa, hija del rey de Francia Francisco I, a la que pasarían los derechos al reino de Nápoles, y otro con la princesa inglesa María Tudor, pero ninguno llegó a realizarse, debido a la prudencia del rey, que no quería verse enfrentado a la casa no elegida. En 1525, tras la sofocación de la guerra de las Comunidades, las Cortes de Castilla pidieron al rey que contrajera matrimonio, rogándole que lo hiciera con su prima Isabel de Portugal, unión que se llevó a cabo al fin en marzo de 1526. Con este matrimonio, Carlos continuaba la política de alianza con Portugal que había sido desarrollada por sus abuelos, los Reyes Católicos, reafirmándose también con él la política castellana del nuevo emperador. Pero si el matrimonio se planteó como una jugada política ventajosa, Carlos además gozó de una unión mucho más dichosa de lo que hubiera podido suponer. La reina murió en 1539, a la edad de treinta y seis años, y aunque el emperador la sobrevivió todavía casi veinte años más, no volvió a casarse.
De esta unión nacieron cinco hijos: el futuro Felipe II; Juan, que nació muerto en 1528; Fernando, también de corta vida; María, desposada con Maximiliano II; y Juana que contraería matrimonio con el rey de Portugal.
Además tuvo el rey dos hijos fuera de este matrimonio: una hija anterior al mismo, Margarita de Parma, y un hijo siendo ya viudo, Don Juan de Austria. Reconoció a los dos, y ambos jugaron un importante papel en el reinado de Felipe II.
Su reinado se inició en 1516, cuando se produjo la muerte de Fernando el Católico, que le había hecho heredero de todos sus estados. El 17 de Septiembre de 1517 desembarcó por primera vez en España, en Tazones, procedente de Flandes. Su reinado puede ser dividido en dos períodos perfectamente diferenciados: el primero hasta 1522, caracterizado por el dominio que sobre su personalidad y sus decisiones ejercieron sus consejeros; y el segundo que se prolongó hasta su abdicación, donde ejerció un gobierno personal, con plena responsabilidad y con un acierto mucho mayor.

Primer período (1517-1522)
Cuando el rey Carlos desembarcó en España apenas contaba con diecisiete años; con el llegaron Adriano de Utrecht y el señor de Chiévres, así como toda una corte de señores borgoñones.
Estos primeros años estuvieron caracterizados por el dominio del señor de Chiévres y el reparto de los mejores cargos de Castilla entre los extranjeros que acompañaban al rey. Las cortes fueron convocadas en Valladolid en 1518, y de ellas tuvieron que ser expulsados los borgoñones. En 1519 se convocaron las cortes aragonesas en Zaragoza, que reconocieron a Carlos como rey y le otorgaron la recaudación de un nuevo impuesto. Igualmente ocurrió con las Cortes Catalanas.
En 1519 fue elegido emperador; esta nueva situación hizo que se reunieran otra vez las Cortes castellanas en Galicia, para solicitarles un nuevo impuesto antes de partir para Alemania; en ellas el rey nombró a Adriano de Utrecht como regente de Castilla, a Don Juan Lanuza virrey de Aragón y a Don Diego de Mendoza, conde de Mélito, virrey de Valencia; además, prometió que ningún cargo sería dado a extranjeros mientras durase su ausencia. Pese a sus promesas, al poco estalló la revuelta comunera, pero el rey ya había embarcado camino de Aquisgrán.
El Imperio se encontraba profundamente perturbado por las luchas religiosas y por la predicación de Martín Lutero. Tras ser coronado emperador, en 1521, inició su viaje de regreso a España, dejando como gobernadora de los Países Bajos a su tía Margarita. Su primer destino fue Inglaterra, donde visitó a sus tíos Enrique VIII y Catalina de Aragón, y donde se realizó un proyecto de matrimonio con María Tudor.
El 7 de Julio de 1522 desembarcó en Santander. Ya en Castilla terminó de sofocar la revuelta comunera y la de las germanías. A partir de este momento se inició un gobierno totalmente personal en el que ningún consejero ejerció influencia alguna decisiva en su política.
Segundo Período (1522-1566)
Desde su regreso a Castilla el rey Carlos permaneció en ella durante un largo período de siete años, convirtiéndose durante este tiempo en un autentico rey español, y cimentando toda su política sobre la preeminencia de Castilla. Su adaptación se hizo efectiva cuando contrajo matrimonio con la princesa de Portugal, opción propuesta por las Cortes, y cuando de este matrimonio nació un heredero que fue educado en Castilla. 1522-1556
Uso desde el primer momento a personajes castellanos tanto para los cargos del reino como para el resto de los territorios integrantes del imperio. Tanto el peso político como el económico recayeron en Castilla.
El imperio gobernado por Carlos V se caracterizó por estar compuesto de diversos territorios bajo el mando de una misma persona. Cada parte del imperio tenía su propia administración y sus propias leyes. Ninguna de las partes estaba subordinada a otra, por tanto Carlos gobernó estos estados como cabeza dinástica de los mismos, sin introducir ninguna reforma en su constitución. Lo hizo mediante gobernadores e instituciones centralizadas, pero no unificadas.
Para comprender la actuación de Carlos V en toda su magnitud hay que tener presente todos los problemas con que hubo de enfrentarse su idea imperial, como puedan ser la dirección de las conquistas oceánicas, la regulación del comercio indiano, la contención de la reforma religiosa y del peligro turco, y la defensa de los intereses imperiales amenazados por el rey de Francia Francisco I, quien pretendía los territorios de Flandes, Rosellón, Navarra y los dominios españoles en Italia.
Desde 1518 y hasta 1530, junto al emperador aconsejándole en su política imperial estuvo el canciller Gattinara. Durante ese mismo período, en Castilla, en la reorganización del reino y en su administración, contó con la figura de Francisco de los Cobos; tras la muerte de ambos personajes sus cargos no fueron ocupados por figuras semejantes.
Frente a la idea imperial sostenida por Gattinara, basada en la monarquía universal, Carlos V defendió la idea imperial fijada por el obispo español Mota, la idea del "imperio cristiano", basada en el mantenimiento de los territorios heredados, el sometimiento y la coordinación de todos los estados europeos para afirmar la universalidad cristiana, y el mantenimiento de la idea de cruzada, idea abandonada en Europa pero presente en España (con la conquista de Granada y el fin de la reconquista aún tan presentes). Carlos V consiguió llevar a la práctica la idea de imperio, convirtiéndose en el único emperador americano.
Los últimos años (1553-1558)
Tras la paz de Passau, Carlos había dejado en manos de su hermano Fernando la cuestión alemana. A partir de 1553 introdujo a su hijo Felipe en la política europea. En 1553 le propuso un matrimonio con María Tudor, que se había convertido en reina de Inglaterra; Felipe aceptó y Carlos abdicó en él el reinado de Nápoles. Con esta boda Carlos soñaba con conseguir la unidad de los estados y el sometimiento de Francia.
Sin embargo, en Italia surgió un nuevo enemigo, Paulo IV, que pretendía expulsar a los españoles de Nápoles. Felipe abandonó Inglaterra sin que existiera un heredero para reunirse con su padre en Bruselas. Carlos pensaba abdicar en su hijo para que él pudiera dominar a Italia. En 1555 abdicaba el gobierno de Flandes en su hijo Felipe, y no en quien correspondía, su hermano Fernando. Flandes sería, por ello, una cuestión muy delicada durante el reinado de Felipe II.
El 16 de enero de 1556 Carlos abdicó de sus territorios españoles del Nuevo y del Viejo Mundo; el 28 de marzo Felipe fue proclamado solemnemente rey en Valladolid. El imperio era la carga que Carlos V más ansiaba dejar, aunque virtualmente ya lo había depositado en manos de su hermano.
En 1555 el emperador se retiró a Yuste, donde había mandado construirse un palacio; residió allí hasta el 21 de septiembre de 1558, fecha en la cual le sobrevino la muerte debido a los padecimientos que sufría por la gota. Hasta sus últimos momentos continuó al tanto de los asuntos españoles, y aconsejó a su hijo.

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